MÚSICA

El INBA rindió un magno y emotivo homenaje póstumo al director de orquesta Francisco Savín

Boletín No. 191 - 22 de febrero de 2018
  • Anoche, la Orquesta Sinfónica y Coro del Conservatorio Nacional de Música ofrecieron un concierto con 180 músicos
  • Savín dedicó pasión, disciplina y talento a componer, enseñar y promover la música, dijo la directora general del INBA, Lidia Camacho

Con un emotivo y magno concierto a cargo de la Orquesta Sinfónica y Coro del Conservatorio Nacional de Música (CNM), formado por cerca de 180 músicos y cantantes, el miércoles por la noche se rindió un homenaje póstumo al maestro Francisco Savín, fallecido el pasado 26 de enero.

Organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el acto tuvo lugar precisamente en el recinto al que el compositor, director de orquesta y formador de numerosas generaciones de músicos, dedicó gran parte de su vida: el Conservatorio, donde se reunieron autoridades de cultura, familiares, colegas, amigos y la comunidad del centro formativo.

“Recién iniciado el presente año nos conmovió profundamente la triste noticia del fallecimiento de nuestro querido maestro Francisco Savín. Con su lamentable partida, culminó su itinerario vital dedicado con pasión, disciplina y talento singular a componer, enseñar y promover la música”, dijo la directora general del INBA, Lidia Camacho.

Sin embargo, agregó, su rico legado ha quedado inscrito para siempre en el patrimonio musical de México y seguirá dando frutos en la trayectoria de las numerosas generaciones que formó en las salas y en los foros orquestales, así como en las instituciones que contribuyó a forjar.

Maestro en todos los sentidos y en todos los ámbitos donde se desarrolló, su preciado recuerdo vivirá intacto en los corazones de aquellos con quienes compartió su admirable talento y su calidez como persona, aseguró la funcionaria federal, y agregó: “Cuando un ser querido se nos adelanta en el camino, lo mejor que nos deja en su lugar es su recuerdo, en esa forma de eternidad a la que podemos aspirar como seres efímeros que somos”.

Más aún, recalcó, cuando quien nos deja es un ser humano extraordinario, su huella en la memoria es más profunda, más amplia, más intensa. Esa huella es la que ha dejado el maestro Savín no solo en su querida esposa Graciela y en su familia toda, sino también en sus amigos y colegas, en sus incontables alumnos y en aquellos que tuvieron el privilegio de escucharlo al frente de una orquesta.

Acto seguido, la directora general del INBA hizo entrega a la señora Graciela Meneses, viuda de Savín, un reconocimiento como “muestra de nuestro cariño, respeto y absoluta solidaridad, hoy y siempre”. Que este tributo a la memoria entrañable del maestro se exprese “con el sutil lenguaje de la música en este recinto que tanto amó y donde ofreció de forma generosa sus múltiples saberes”, expresó la funcionaria.

En respuesta, la señora Graciela Meneses agradeció a las instituciones culturales y de manera especial a los integrantes de la orquesta y amigos de otras agrupaciones el haberse reunido para celebrar este homenaje. “Hicieron una gran labor, y como decía mi esposo: cantadito y siéntanlo aquí (en el corazón)”.

        

El homenaje póstumo a Francisco Savín estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica y Coro del CNM, formado por cerca de 180 músicos alumnos y exalumnos de la institución, entre ellos integrantes de orquestas como la Sinfónica Nacional, la Filarmónica de la UNAM y la Filarmónica de la Ciudad de México, todos ellos bajo la dirección del maestro Julio Briseño y dirección del coro de Gerardo Rábago.

El programa que se interpretó estuvo formado por obras que fueron seleccionadas –por el musicólogo Ricardo Miranda-- de entre las favoritas del maestro Savín: Obertura a Egmont, op. 84 de Ludwig van Beethoven; Fandango asturiano (de Capricho sobre temas españoles) de Nicolai Rimski-Kórsakov; I pini della via Appia (cuarto movimiento de Los pinos de Roma) de Ottorino Respighi y Danzas de los pólovtsy (de la ópera El príncipe Igor) de Aleksandr Borodin.

En su momento, el musicólogo Ricardo Miranda aseguró que la figura de Francisco Savín fue, “para muchos de nosotros, un remanso, un oasis en el desierto de nuestra profesión; daba gusto sentarse a platicar con el maestro, escuchar sus palabras impregnadas de la sabiduría de quien ha recorrido el camino hasta donde pocos han llegado”.

Luego consideró que el mejor homenaje a Francisco Savín es “saber aquilatar su figura como una fuente de inspiración, de ejemplo insuperable de lo que cada músico de este país debemos hacer con nuestra tarea profesional”.

Artista de rara competencia, serio y comprometido, dijo, nos enseñó que no hay tarea pequeña cuando se trata de dirigir a Mahler o de supervisar la ronda de afinación de la orquesta del CNM; supo dar a cada tarea una entrega y atención absoluta y nunca dejó de tomar en serio cualquiera de las acciones musicales que le rodearon en su vida.

Destacó que la noción del respeto como eje central de quehacer del músico, fue para Savín una norma de vida, respeto siempre acompañado de un constante trabajo profesional, de estudio, de permanente y serio contacto con la música.

Y concluyó: “Si el recuerdo de todos alcanza para que ese ejemplo no se pierda, en momentos de desaliento recordemos el ejemplo de Savín, así habremos cumplido entonces con devolver a nuestros alumnos, colegas, público e instituciones, algo de lo mucho con lo que fuimos regalados aquellos afortunados en haber trabajado al lado del maestro Francisco Savín”.

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