LITERATURA

La familia como origen del mal, tema de Ausencio de Antonio Vásquez

Boletín No. 1674 - 31 de diciembre de 2017
  • Obra ganadora del Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2017

Por su libro titulado Ausencio, Antonio Vásquez se hizo merecedor del Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 2017, convocado anualmente por la Secretaría de Cultura, por medio del Instituto Nacional de Bellas Artes; el gobierno del estado de Tlaxcala, a través del Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, y el gobierno del estado de Puebla, por medio de la Secretaría de Cultura y Turismo de la entidad.

Antonio Vásquez nació en Tucson, Arizona, el 13 de junio de 1988, y reside en la ciudad de Oaxaca. Estudió el diplomado en Formación Literaria en la Escuela Mexicana de Escritores y ha colaborado en revistas como Nervadura, La Hoja de Arena y Frutabomba. Su obra ha sido incluida en las antologías Cartografía de la literatura oaxaqueña actual II (Almadía, 2012) y Después del viento, trece homenajes a Jesús Gardea (Aldea Global, 2015).

A propósito del galardón, el joven escritor comentó: “Estoy muy contento con el premio, sobre todo porque lleva el nombre de Juan Rulfo, y lo he ganado justo el año en el que se celebra el centenario del escritor”.

Reconoce que en Ausencio son muy evidentes las influencias literarias: “Dependiendo de la obra que se trate, yo creo que lo que escribe un autor siempre tiene una similitud con los escritores con los que dialoga, con los que ha leído o le interesan, y en esta novela en particular busco un diálogo, primero, con Juan Rulfo, y luego, con Malcolm Lowry y Juan Vicente Melo, entre otros”.

Dice que Ausencio “es una cosa muy rara”. Recuerda que el título lo tomó del nombre del compadre de un familiar suyo, que ya murió. “Es un gran nombre que cupo muy bien porque el libro trata precisamente sobre la ausencia de un padre, algo que los mexicanos siempre tenemos en la vida: esa figura en calidad de ausente, la figura del padre que ya se murió o simplemente se fue del hogar dejando una estela de calamidades con su sola ausencia”.

Agrega que la historia no tiene una ubicación exacta, pero tiene referencias a Santa María del Tule y a la Ciudad de México, “y es como un secreto que cada uno deberá descubrir en su momento. También está presente Real de Catorce a manera de un pueblo que no existe. Las imágenes que describo están inspiradas en ese pueblo potosino que conocí en 2010. Al ver sus paisajes, pensé que quería escribir algo acerca de un lugar como ese.

“Me propuse, al escribir Ausencio, reflexionar acerca de un tema que no se explora mucho en la literatura mexicana porque es algo muy polémico y delicado: la familia como el origen del mal. Si pensamos en todos esos problemas que tenemos hoy es porque la familia es algo muy monolítico; una cosa sagrada, intocable, pero yo creo que la familia traza siempre unos círculos viciosos que vamos repitiendo, y en la novela hay un hijo que siempre repite lo que hace el papá”.

Se trata de “una idea muy polémica, pero el mal siempre empieza en la casa. Puedo entender muchas explicaciones, esas explicaciones capitalistas sobre el patriarcado, pero creo que es la procreación, la familia, donde siempre se originan todas esas dinámicas que vamos repitiendo y que nos hacen daño tanto a nivel personal como a la sociedad.

“Yo busco aquí una reflexión en torno a la familia que siempre se está resquebrajando, y pienso que hacer una novela políticamente correcta es hacer algo muy panfletario, porque si vamos a la raíz de las cosas encontraremos que la violencia, el secuestro, los narcos, todo eso que nos daña como sociedad, empieza siempre en la familia”.

El jurado de la edición 2017 del certamen –dotado de 100 mil pesos y diploma–, integrado por Bibiana Camacho, Jaime Mesa y David Miklos, decidió por unanimidad otorgar el galardón a Ausencio por “la eficiencia de su ritmo narrativo, la construcción acertada del personaje, así como por su exploración puntual de la condición humana fracturada a través de la figura paterna, y, muy especialmente, por su valor literario intrínseco”.

En particular, Bibiana Camacho resaltó la calidad del trabajo y la capacidad del autor para convencer a los lectores de que su personaje realmente fue creado a partir de un imaginario y que cobra vida propia dentro de la novela.

“El lector va siguiendo a Ausencio en sus pesadillas, en su delirium tremens. A mí lo que me parece más importante es que la novela se puede leer de principio a fin sin tantos contratiempos ni aspavientos. Yo creo que su mayor valor es que, en efecto, es la literatura que logra meter al lector”, comentó la narradora mexicana.

David Miklos destacó la indagación de una condición humana fracturada por un evento relacionado con la pérdida y la búsqueda del padre: “Su transformación en ese personaje, de alguna manera perdido, y su desembocadura en una especie de destino anunciado.

“Se trata de una novela que tiene un valor literario intrínseco. Es evidente que el escritor tiene un bagaje literario, dialoga con cierta literatura y, al mismo tiempo, crea su propia literatura. Hay una voz congruente. Es una tragedia griega por su estructura”.

Por su parte, Jaime Mesa comentó que en esta novela, contada en primera persona, el personaje principal emprende un viaje de regreso a su ciudad debido a la muerte de su padre: “Hay una fractura que me interesa mucho, en donde el realismo se rompe a través de la mordedura de un alacrán, en lo que parecería que lo que existe dentro de él explota y, entonces, es esencialmente el declive constante de la consciencia de un hijo buscándose y teniendo esta lucha entre la ausencia del padre y la de él. Es básicamente una búsqueda existencial de la paternidad y de sí mismo”.

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