TEATRO

José Solé, baluarte de la escena en nuestro tiempo: Lidia Camacho, directora general del INBA

Boletín No. 392 - 28 de marzo de 2017

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  • Se rindió homenaje al decano de los directores de escena en México
  • “Su obra y legado son ejemplo e inspiración para las nuevas generaciones”
  • Amigos y familiares se sumaron al homenaje en el Teatro Julio Castillo

“José Solé es uno de los baluartes de la escena de nuestro tiempo. Para él, su trabajo fue un juego que le sirvió para conmovernos, para revelarnos la esencia del espíritu humano”.

Así lo afirmó la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, al encabezar el emotivo homenaje póstumo que las instituciones culturales del país, la comunidad teatral y el público en general, le rindieron al director de escena fallecido el pasado mes de febrero.

El acto se llevó a cabo el lunes por la noche en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, un recinto muy significativo para Solé, ya que esa fue la casa de la Compañía Nacional de Teatro –que él fundó—y donde tuvo algunos de sus éxitos más recordados como director de escena.

En representación de la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, Lidia Camacho aseguró que José Solé ocupó todos los espacios de la actividad escénica -–actor, maestro, director y funcionario público— y en todos ellos “fue necesario y muchas veces indispensable. Por ello se dijo de él que encarnaba ‘la autoridad del teatro’”.

En el escenario del Teatro Julio Castillo acompañaron a la funcionaria federal Alberto Lomnitz, coordinador nacional de Teatro; Enrique Singer, director de la Compañía Nacional de Teatro; Gabriela Pérez Negrete, directora de la Escuela Nacional de Arte Teatral, y Arturo Díaz, director del Centro de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli del INBA, instituciones impulsadas por Solé en su larga actividad como promotor cultural.

Ahí, la doctora Camacho aseguró que José Solé “fue y será parte esencial de nuestro Instituto”, y agregó que “en todos estos lugares dejó la huella de su talento y creatividad, y la admiración y el respeto de quienes estuvieron cerca de él”.

El homenaje organizado, dijo la directora general del INBA, es para agradecerle al maestro “sus más de noventa puestas en escena, que colmaron de entusiasmo durante seis décadas a los amantes del teatro mexicano, y contribuyeron a la formación de nuevos públicos.

“En este día que celebramos el Día Mundial del Teatro, la obra y el legado de José Solé son ejemplo e inspiración para las nuevas generaciones del arte escénico”, indicó.

En el homenaje póstumo se dieron cita representantes de diversas instituciones culturales, la comunidad teatral, familiares, amigos y un numeroso público que de entrada se conmovió con los testimonios plasmados en un video por colegas del teatro institucional e independiente como Jorge Ortiz de Pinedo, Luisa Huertas, Laura Zapata, Arturo Beristáin, Isabel Quintanar y Miguel Flores.

Luego vinieron lecturas y otros testimonios de actores y amigos de José Solé. La actriz Lilia Aragón leyó un fragmento de Los argonáutas (Cortés y la Malinche), de Sergio Magaña, donde actuó dirigida por Solé, y recordó, además, una parte de la trayectoria del actor y dramaturgo. Destacó asimismo el amplio sentido del ser humano, su sabiduría y generosidad para con sus amigos.

Óscar Narváez, actor y amigo del homenajeado, afirmó en su momento que “uno no escoge al teatro sino que el teatro es destino y él lo escoge a uno”. Recordó que conoció a Solé hace 35 años a raíz de una queja que quería dar, y él lo escuchó atento. Le recomendó pasión y perseverancia para alcanzar las alturas del teatro.

“Hay que hacer el teatro con los siete sentidos: a los cinco, hay que agregarles el sentido común y el sentido del humor”, le decía Solé, “el mago del teatro”. Trabajar con él siempre fue un acto gozoso, porque no solo recomendó cuidar la formación del actor sino también la condición humana.

“Querido Pepe: muchos te llevaremos en el alma y sabemos que ahora que te reencuentres con tus cómplices como Guilmáin, Ancira, Córcega y otros, estarás formando una nueva compañía: la Compañía Celestial de Teatro”, concluyó Narváez.

Por su parte, el primer actor Ignacio López Tarso se refirió a Solé como “el amigo, el condiscípulo en la Escuela de Bellas Artes. Ahí nos hicimos amigos y estoy seguro que hoy lo seguimos siendo”. Solé fue mi maestro, como todos los directores con los que he trabajado; con él trabajé –recordó-- en Doce hombres en pugna, muy exitosa, y en Hipólito, de Eurípides, de la cual leyó un fragmento para “rendirle homenaje a mi amigo”.

El homenaje al decano de los directores de teatro en México concluyó con la participación de Sofía Zetina Solé, actriz que recordó a su abuelo, en nombre de la familia, a través de su vida cotidiana. Explicó sus orígenes en el arte escénico cuando era niño, joven.

Su padre no quería que fuera actor y lo corrió de la casa tratando de disuadirlo, pero ni eso lo detuvo. El padre de Solé estuvo a punto de quedar ciego y prometió que si volvía a ver, dejaría a su hijo ser actor. Y así inició: estudió teatro y se especializó en Francia, la Unión Soviética y China.

Mi abuelo siempre decía que debíamos picar piedra, trabajar mucho y trabajar con pasión. Ganó un premio como director y ese fue el primer paso para su grandeza teatral. En 1976 perdió la voz y ello fue tomado por él con sentido del humor, pues usaba un micrófono pegado a la garganta y con ello hacía bromas.

“José Solé hizo del teatro su vida y uso su vida para hacer teatro. Es lógico que yo haya optado también por el teatro, pues se respiraba en casa todo ello. En los closets colgaban vestidos griegos, en las paredes había pegados diseños de vestuario, el librero estaba repleto de temas de teatro, y había espadas de esgrima en la entrada de la puerta. Él me enseñó a buscar la felicidad. Abuelo, donde quiera que estés, sigue picando piedra”, finalizó.

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