Amigos, colegas y lectores recordarán a Ignacio Padilla en el Palacio de Bellas Artes

Boletín No. 1554 - 14 de noviembre de 2016

Amigos, colegas y lectores recordarán a Ignacio Padilla en el Palacio de Bellas Artes

o   El martes 15 de noviembre a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce

o   Participarán Rosa Beltrán, Socorro Venegas, Jorge Volpi. Roberto Sosa realizará una lectura en voz alta

La obsesión de Ignacio Padilla por la palabra tendría que haber dado en él a un poeta, pero su amor por el lenguaje lo llevó a un universo de historias utópicas y distópicas que se narran por sí solas. A 48 años de su nacimiento, amigos, colegas y lectores recordarán al fallecido escritor en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en la actividad Ignacio Padilla: físico cuéntico (1968-2016), que tendrá lugar el martes 15 de noviembre, a las 19:00.

Nacho Padilla, como se referían a él quienes le rodearon, se consideró a sí mismo como un “físico cuéntico” y decía que de profesión era contador (de historias). “No puedo no sentir una pasión desbordada por las palabras, las veo como animales vivos, las busco, las rebusco, las reinvento”, dijo el 2 de agosto pasado en el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana en el que la Coordinación Nacional de Literatura (CNL) del Instituto Nacional de Bellas Artes reconoció su trayectoria literaria.

“Nacho tenía mucha pasión por este género breve y a la vez poderoso, como un hoyo negro que todo lo absorbe y a la vez que es capaz de decirlo todo, que es el cuento. Le gustó definirse como un ‘físico cuéntico’. Comenzó siendo novelista barroco de obras de larga extensión y creo que tenía razón en haberse concentrado en el cuento, porque su pensamiento más reconcentrado, más aforístico, más erudito, era el que mostraba la mayor riqueza; incluso logra algunos momentos deslumbrantes también como ensayista, era sumamente creativo”, comentó Rosa Beltrán en entrevista. 

El “físico cuéntico” publicó sus primeros libros de relatos a principios de los noventa y recibió su primer premio nacional en 1989 —el Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes. Años después su primera novela La catedral de los ahogados fue reconocida con el Premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela 1994. 

Padilla inició en 2011 su noviciado como miembro correspondiente por del estado de Querétaro en la Academia Mexicana de la Lengua (AML). Este año fue elegido para ocupar, ya como miembro de número, la silla 34, antes del poeta Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015).

“Este ha sido un buen año. Yo ingresé a la AML hace cinco años como correspondiente de Querétaro y he estado trabajando desde entonces. Todavía me tocó una época en la que estaban maestros tan maravillosos como Ernesto de la Peña —por ejemplo—, vivía todavía Granados Chapa, estaba ahí quien era mi compañero de banca y maestro, Vicente Leñero, Hugo Gutiérrez Vega. A mí me invitó a ingresar y me propuso mi querido amigo y maestro Gonzalo Celorio. Ingresé con mucho entusiasmo y ha sido para mí una revelación, un honor”, dijo Ignacio Padilla en la última entrevista que concedió a la CNL. 

Rosa Beltrán recordó también que conoció a Nacho cuando ambos fueron becarios del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), escribían su primera novela bajo la tutoría de Silvia Molina. “Nuestro primer encuentro fue muy afortunado. Teníamos temas afines, uno de ellos era la obsesión por el lenguaje que concretaba en la figura de García Márquez, ambos teníamos idolatría por este monstruo de la literatura hispanoamericana, que cambiaría nuestras maneras de construir obras, porque nos interesan las estructuras y no solamente los personajes y la acción”.

Para Ignacio Padilla, la literatura fue en general una actividad solitaria; sin embargo, en muchas ocasiones aseguró que con sus amigos de su generación pudo vivir la literatura como una actividad de grupo, no solo porque formó parte del grupo de escritores del Crack, al igual que Jorge Volpi y Eloy Urroz. En el Fonca entabló gran amistad con Rosa Beltrán, Ana García Bergua y el también fallecido Luis Ignacio Helguera. 

“De Nacho admiré muchas cosas, una de ellas es que era una persona que tenía siempre presencia de ánimo, para él era un deber moral y creo tenía razón en que así fuera; y su afabilidad, estar siempre disponible a participar en talleres, en conferencias, en encuentros, incluso tenía creatividad para organizarlos, desde la Ibero, donde trabajaba, invitándome a mí, y desde la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde trabajo yo, invitándolo a él”, compartió Beltrán.

El escritor mexicano dijo a la CNL: “Todo lo que escribo lo hago por amor y por venganza. Quiero hacer sentir a otros lo que yo sentí o he sentido al leer libros que me resultan entrañables: el mismo terror, la misma sorpresa, el mismo escándalo, que yo he sentido al leer libros que me gustan y muchos de ellos son para niños. Tengo un proyecto de vida que es fundamentalmente cuentístico, llevo 20 años trabajando en él. Hasta ahora son cinco volúmenes que he ido publicando cada cinco, seis o siete años, que he ido escribiendo todo este tiempo y que probablemente nunca terminaré, porque como es mi proyecto de vida, solo terminaré cuando yo muera”. 

Ignacio Padilla decía que escribía novelas para descansar entre un cuento y otro, pero su obra, ya sea narrativa, ensayística o de literatura infantil, conduce a múltiples universos paralelos a los que se accede con la imaginación. En el homenaje al “físico cuéntico”, no solo lo recordarán sus amigos Rosa Beltrán, Socorro Venegas y Jorge Volpi, sino todas las personas ávidas de aventuras que podrán disfrutar las historias de Nacho con una lectura en voz alta de Roberto Sosa.

“Hay una parte de mí que acepta que Nacho Padilla no va a estar sentado de cuerpo presente junto a mí nunca más, pero la parte que se resiste es la que sabe que Nacho no murió, que ahí está su obra, que este año simplemente lo he leído más que ningún otro, porque se celebran los 400 años del fallecimiento de Cervantes y porque se había convertido en un gran cervantista. Por un lado hay un hueco y por el otro lo que nos sucede con tantos amigos que cambian de país, de lugar, pero con los que empezamos a tener, por alguna razón, una relación más cercana, esto es algo que a mí me sucedió con Nacho”, concluyó Rosa Beltrán, titular de la Dirección de Literatura de la UNAM.

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