MÚSICA

Regala Camerata Porteña noche de nostalgia y tango en el Palacio de Bellas Artes 

Boletín No. 1417 - 20 de octubre de 2016

Ciudad de México, 20 de octubre de 2016

Boletín núm. 1417

Regala Camerata Porteña noche de nostalgia y tango en el Palacio de Bellas Artes

o   La agrupación argentina ofreció un concierto con un repertorio amplio de piezas de Astor Piazzolla y de su director artístico Marcelo Rodríguez Scilla

o   “Ofrecer al mundo la música latinoamericana como una sola cultura”, dijo

o   LibertangoLa muerte del ángel, Oblivion, Adiós Nonino y Onda nueve, entre las obras de Piazzolla que el público aplaudió generosamente

“Estamos felices de estar en México porque nos sentimos como en casa; y queremos seguir compartiendo con todos los países del mundo la música de nuestros pueblos, como una sola cultura latinoamericana”.

Con tales deseos expresados por su director artístico Marcelo Rodríguez Scilla, concluyó ayer miércoles la noche de nostalgia y tango que regaló al público mexicano la prestigiada Camerata Porteña de Argentina en su única presentación capitalina en el Palacio de Bellas Artes, como parte del XLIV Festival Internacional Cervantino.

Si bien el programa presentado por la agrupación bonaerense fundada en 1986 integró piezas de su fundador Rodríguez Scilla y el guitarrista Alejandro Borgo, entre otros, el plato fuerte lo representó el amplio repertorio del compositor argentino Astor Piazzolla, presentado aquí por la Camerata Porteña, considerada de manera acertada como “la heredera de Piazzolla”.

Y es que el propio director de la Camerata asegura que esta se fundó por recomendación del propio Astor para rescatar un repertorio suyo, el cual no podía interpretar en su modalidad de quinteto. Fue así que se formó la Camerata Porteña y dio a conocer muchas obras que hoy conforman su repertorio obligado.

Parte de ese legado es el que se interpretó, despertando suspiros y aplausos prolongados del público. La sesión inició con un momento gracioso cuando el grupo apareció en el escenario, frente a la enorme cortina de cristal del Palacio, y el saxofonista salió corriendo en busca de sus partituras olvidadas, momentos que se aprovecharon para afinar los instrumentos.

Libertango y la Primavera porteña fueron las pieza maestras de Piazzolla que abrieron el concierto, como un aviso de lo que sería la sesión: mucho tango, muchos recuerdos, mucha nostalgia y referencias constantes a Piazzolla, el compositor que revolucionó el tango cuando parecía que todo estaba escrito y lo llevó a la música clásica, para la incomodidad de los puristas de la época.

Rodríguez Scilla y Borgo dieron lo suyo para beneplácito del público con piezas como Nuevamente,Preludio en la noche y Mirada ausente, las cuales no niegan la influencia y estilo de Piazzolla, con un toque característico de sus autores.

En esa primera parte del concierto, la Camerata Porteña acudió al joven cantante de tangos Guillermo Ibáñez para recrear la poesía de Mario Trejo y Horacio Ferrer musicalizada por el propio Piazzolla en las canciones Los pájaros perdidos y El gordo triste, que llenaron la sala de cierta nostalgia.

Fuga y misterioLa muerte del ángel y Oda para un hippie fueron otras tres piezas de Piazzolla, características de su etapa como compositor ya no de tangos o música clásica sino de música contemporánea, como él decía, las que cerraron la primera parte del recital, cuando ya el público se mostraba ansioso por seguir escuchando tangos.

Fiel a su palabra desde el inicio, Rodríguez Scilla frente al piano y dirigiendo desde el banco, dio al público un recorrido por las diferentes etapas de composición de Piazzolla, aderezadas con las suyas propias.

Entre anécdotas y comentarios, llegó el Otoño porteño y Decarísimo, composiciones en la que lució la orquesta completa: piano, guitarra, contrabajo, tres violines, violonchelo, saxofón y el infaltable bandoneón del veterano Jorge Rutman, quien recibió constantes aplausos por su virtuosismo.

El clímax de la noche se prolongó constantemente con aquellas piezas con que Piazzolla incomodó a los puristas de su época y estuvieron un tanto olvidadas por un tiempo, aunque hoy son clásicas e infaltables en el repertorio del tango internacional: Oblivion, Balada para un loco, la deliranteAdiós Nonino y la frenética Onda nueve.

Rodríguez Scilla contó que el bandoneonista argentino ganó un concurso en 1953 y se fue a estudiar a París, con Nadia Boulanger, con la idea de no volver a escribir tangos.

No obstante, su maestra le descubrió su verdadera vocación. Le dijo: eso que tú tocas, lo haces de maravilla, el tango. Piazzolla entonces volvió a componer tangos y en recuerdo Rodríguez Scilla le escribió Sueño tango, una de las últimas de la noche.

Ante el aplauso del público, la Camerata Porteña volvió al escenario para ofrecer la vertiginosaEscualo, pieza en la que el compositor recreó la lucha entre un pescador y un tiburón, ya que era una de sus aficiones secretas.

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