ÓPERA

La mezzosoprano María Luisa Tamez se presentará en Sinaloa

Boletín No. 1118 - 24 de agosto de 2016

Ciudad de México, 24 de agosto de 2016

Boletín núm. 1118

La mezzosoprano María Luisa Tamez

se presentará en Sinaloa

  • Junto con el pianista Carlos Alberto Pecero ofrecerá el programa ¡Yo soy el amor!, integrado por canciones de Francesco Paolo Tosti
  • El viernes 26 de agosto a las 19:00 en el Centro de Innovación y Educación de Los Mochis; entrada libre

“En lugar de curar con medicamentos, elegí curar con música”, señaló en entrevista la mezzosoprano María Luis Tamez. “Yo quería estudiar para médico, pero a punto de ingresar a la Facultad de Medicina, preferí entrar a la Escuela Superior de Música.

“El mejor tributo y halago que puedo recibir es cuando una persona agobiada por los problemas de la vida cotidiana me dice que después de escucharme se sintió aliviada y se curó su corazón. Eso es maravilloso, y lo mágico que tiene nuestra carrera”.

María Luisa Tamez, junto con el pianista Carlos Alberto Pecero, se presentará el viernes 26 de agosto a las 19:00 en el Centro de Innovación y Educación de Los Mochis, Sinaloa, en un concierto organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes. La entrada será gratuita.

“Tengo mi corazón en Sinaloa. Empecé a cantar en los Juegos Florales y después en los festivales culturales del estado. Enrique Patrón de Rueda me presentaba como originaria de Guamúchil, aunque nací en la Ciudad de México, pero uno es de dónde lo adoptan las personas y dónde deja su corazón”.

La cantante y el pianista ofrecerán el programa ¡Yo soy el amor!, integrado por canciones de Francesco Paolo Tosti, “un compositor queridísimo por los cantantes. Tosti fue un gran melodista. Toda su obra para mí es un doble reto, porque muchas de esas piezas las cantaban mi papá, barítono, y mi mamá, mezzosoprano”.

Tamez recordó que inició su carrera como soprano, y ahora que su voz ha embarnecido, elige las obras que mejor le van a su temperamento y a su tesitura.

En este sentido, durante mucho tiempo interpretó el papel de Micaela, para soprano, en la ópera Carmen de Georges Bizet, y ahora tiene alrededor de 15 años de hacer el personaje de Carmen, para mezzosoprano.

Respecto a este cambio de soprano a mezzosoprano, comentó que su mamá le decía que si cambiaba de tesitura se iba a arruinar la voz, por lo que mucho tiempo se resistió al cambio. A los dos meses del fallecimiento de su madre, nuevamente le ofrecieron que interpretara a Carmen, y seguían sus dudas entre aceptar y no.

En esos días su padre le pidió que fuera a revisar la ropa de su mamá. Al sacar su vestido de novia, entre sus pliegues se encontró la peineta que Josefina La Chacha Aguilar, gran contralto mexicana, le regaló a su madre. Era con la que interpretaba a Carmen. Lo tomó como su bendición póstuma, con la que le daba el asentimiento para que interpretará a la protagonista de la ópera de Bizet.

“En esta faceta que tengo ahora como concertista, también lo hago con mucha ilusión, porque cada pieza es como una pequeña ópera individual. En una ópera tradicional hay un mismo estilo y secuencia, mientras que en un recital son alrededor de 15 piezas, cada una con su color, su distinción y su dificultad.

“De repente estoy nostálgica, a veces triste; cambio de exaltadísima o muy enamorada a muy adolorida. Ese es el trabajo de un concertista: cambiar de ánimo cada dos o tres minutos, como si fuéramos multipolares”.

Hace un año y medio, recordó, “grabé un disco con las canciones que mis papás interpretaban, y descubrí que mi timbre es muy parecido al de mi mamá. Me causó un gran shock oírme y reconocer el parecido tremendo que tiene mi voz con la de mi mamá. Fue un descubrimiento que me produjo emoción y consternación.

“Mi infancia marcó mi vida. Mi papá nos dormía a mis hermanos y a mí con música de Cri-Crí y canciones napolitanas; nos llevaban a la ópera, al ballet y a conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional.

“Fui bendecida. Mis padres cantaban y se dividían el tiempo y el trabajo para educarnos. Llegaban los fines de semana y nos llevaban a conciertos, ensayos y tertulias. Si me hubieran heredado dinero, no lo disfrutaría tanto como este acervo cultural, esta herencia que sembraron en mi corazón y en el de mis hermanos.

“Cuando las personas me piden un consejo, siempre les digo que no dejen de llevar a sus hijos a los conciertos. No saben en qué momento esas criaturas quedarán marcadas de por vida. Lo mejor que puede hacer uno con los hijos, nietos o sobrinos es darles una prueba y llevarlos a un concierto, una obra teatral. No hay persona, niño o adulto, que salga igual: sale un mejor ser humano. El arte toca a la gente.

“Cantar es un homenaje a la vida, a la música, a mis padres que me enseñaron a ser artista, porque no nada más es tener una voz bonita, regular o sensacional: hay que tener la capacidad de interpretar y tocar corazones, almas y fibras sensibles. Esa es verdaderamente la misión de un artista”, concluyó la mezzosoprano.

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